lunes, 10 de mayo de 2010

LA CACICA DE ACOS

Tomado de El Dominical de "El Comercio" del día domingo 8 de mayo del 2010.

La historia peruana del siglo XVIII no solo se tiñó con la sangre de valientes hombres, sino también con la de extraordinarias mujeres que hicieron frente a las atrocidades y actos de violencia perpetrados por los españoles en las encomiendas y obrajes. Mujeres como Micaela Bastidas, Cecilia Escalera, Gregoria Apaza y Bartolina Sisa, a pesar de haber sido invisibles para la historia tomaron las armas y defendieron a muerte su libertad.

Mujer de linaje
Una de ellas fue Tomasa Tito Condemayta, quien a los 40 años ejerció el cacicazgo de Acos, en el corregimiento de Quispicanchis, en el Cusco. Mujer de linaje y gran poder económico.
Tomasa participó junto a Micaela Bastidas y Túpac Amaru II en la rebelión contra los españoles (1780-1781), hecho que marcó el precedente de la emancipación americana. Acerca del poder que tenían las cacicas en el siglo XVIII, la investigadora Elizabeth Puertas escribe: “En general es notorio que se trata de mujeres habituadas al ejercicio del poder y que poseen los recursos necesarios para mantenerlo”. Estos mismos recursos económicos fueron usados por Tomasa para el desarrollo de las rebeliones indígenas.
Con provisiones y armas
Dueña de tierras y animales, esta madre dejó a su familia y esposo, Faustino Delgado, para luchar a favor de la libertad de los indígenas, quienes sufrían las reformas borbónicas impuestas por la corona española caracterizadas por el tributo indígena y por la explotación en las minas de Potosí, donde se dice que solo uno de cada cinco indios regresaba con vida. Como remarca la doctora Scarlett O´Phelan: “Tomasa Tito Condemayta apoyó a Túpac Amaru II con provisiones, hombres y armas, pues ir a pelar en defensa de su pueblo era el deber que le correspondía como cacica. Ella se distingue por mostrar una actitud de total fidelidad a las órdenes del inca aunque en su declaración tras ser apresada afirmó que ponía en riesgo su puesto si no cooperaba con la rebelión. Esta respuesta se considera producto del temor a peores represalias”. El liderazgo de las cacicas —que era asumido independientemente de sus contrapartes masculinas, según la argentina Alicia Poderti— quiso ser despojado desde el siglo XVI, algo que no se logró sino hasta fines del siglo XVIII, para ser reemplazadas en el mando por sus maridos.

La resistencia
La estrategia de resistencia de Tomasa Tito Condemayta consistió en organizar un gran ejército de mujeres que defendieron y lograron hacer retroceder a los españoles en el puente de Pilpinto (Cusco). Este triunfo fue considerado “una obra de la brujería, dentro de la mentalidad de la época” (De Ángelis). También tuvo participación en la batalla de Sangarará, el 18 de noviembre, donde se derrotó a los españoles.
La cacica de Acos fue ejecutada el 18 de mayo de 1781. Su cuerpo fue descuartizado y dispuesto en distintos lugares del mismo modo que Túpac Amaru II. Su cabeza fue mandada a la plaza de Acos como método de escarmiento para evitar que el pueblo cometa nuevas sublevaciones.
Sobre el episodio, Luis Alberto Sánchez narra su versión: “El verdugo debía darle garrote en público, pena nunca vista por la muchedumbre. Pero, la infeliz tenía tan delgado el cuello, que cuando le ciñeron el collarín de hierro fue imposible ajustárselo. Apretó y apretó como un demonio el ejecutor; empeño inútil: a Tomasa le sobraba vida, amoratada la faz, colgante medio palmo de lengua entre los labios hirvientes de sangre como enorme flor”.

Figura arquetípica
“Las imágenes femeninas construidas a partir de biografías extraordinarias interesan al historiador en tanto se han transformado en mitos perdurables en el devenir andino. La mujer es colocada en el centro de la textura de la creación de imaginarios colectivos como figura arquetípica que permeabiliza las sensaciones del cuerpo social hasta convertirse en su representación más acabada: los mitos identificatorios que se proyectan hasta el presente”.

LUIS MIGUEL GLAVE. Historiador

TESTIMONIO
“Continuaré hasta donde sea posible. Ni mis mujeres ni yo dejaremos tranco de huella sin cubrir. El invasor no pasará si no sobre nuestros cadáveres. Anima a Túpac y tú no desesperes”. Carta de Tomasa Tito Condemayta a Micaela Bastidas

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