Fecha: 20/05/09
Publicado en: La República
Obtenido de: http://www.larepublica.pe/sucedio/20/05/2009/villa-el-salvador-epopeya-y-anonimato
Días atrás Villa El Salvador ha cumplido un aniversario más. Se remonta a mayo de 1971, cuando gobernaba el general Juan Velasco y recién comenzaba la revolución de las FFAA. En ese momento, una invasión organizada en Pamplona se desbordó hacia una zona agrícola próxima a ser urbanizada, donde hoy se encuentra la Universidad Ricardo Palma.
Por su parte, el gobierno militar no había permitido invasiones. En el período anterior, el primero del arquitecto Fernando Belaunde, el Ejecutivo había tenido mano blanda y las invasiones fueron pan de todos los días. Pero, Velasco las había prohibido con severidad. Por ello, se había acumulado una gran presión humana en los barrios populares. Muchas familias recibían paisanos que venían de la provincia a la capital. Cada cierto tiempo, esos recién llegados se trasladaban a una nueva barriada para obtener techo propio. Pero, la prohibición de Velasco había evitado ese desfogue; por lo tanto en Pamplona sucedió un estallido en regla y fue como una olla de presión que revienta.
Miles fueron llegando y el gobierno vaciló. En pocos días debía inaugurarse una asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo y Velasco quería poner la mejor de sus caras para romper el aislamiento financiero. Pero, el ministro del Interior decidió actuar. Era el general Armando Artola, quien se caracterizaba por su conducta populista y sus métodos demagógicos; solía repartir panetones y regalos para despertar simpatías.
Artola reprimió y la población supo resistir. A consecuencia de la refriega hubo un muerto y numerosos heridos. A continuación, el entonces obispo de los PPJJ, monseñor Luis Bambarén, se presentó en el lugar de los hechos y realizó una misa que fue seguida con fervor por la población. Artola perdió los papeles y apresó al obispo. Pero, Velasco lo desautorizó.
Estando frente a los banqueros internacionales, el presidente entendió que no podía dar una imagen de dureza, porque quería recibir flexibilidad. Además, Velasco aprovechó para deshacerse de Artola, que lo incomodaba con sus ademanes y pretensiones; se amistó con el obispo, dándole satisfacciones y pidiéndole consejo sobre qué hacer con la invasión.
Velasco trasladó a los invasores al terreno donde actualmente se halla Villa El Salvador; prometiendo construir una ciudad modelo para los más pobres de la urbe. El presidente necesitaba un plan y acudió al Ministerio de Fomento, que pronto se transformaría en de Vivienda. Ahí el encargo presidencial fue transmitido al entonces joven arquitecto Miguel Romero. Trabajando contra el tiempo, ideó un módulo que logró direccionar la marea humana.
Romero creó el Grupo Residencial, un grupo de 12 manzanas de 24 lotes cada una; distribuidas de tal forma que cuentan con un espacio libre para desarrollar áreas comunes. Ese módulo fue fundamental. Preveía la combinación entre dos formas de propiedad: la familiar del lote y la colectiva a través de los Grupos Residenciales. Esa sinergia alentó un gran esfuerzo común. No había ni viviendas ni instalaciones urbanas, los invasores partieron de cero y porque no tenían nada construyeron todo.
Poco después se formó la Comunidad Urbana Autogestionaria, CUAVES. Sus organizadores partieron de los Grupos Residenciales, eligiendo directivas en cada uno de ellos. De este modo, se fusionó la distribución espacial con la organización social. Ahí radicó la fuerza especial de Villa El Salvador. Era una comunidad bien organizada, sus células eran los Grupos Residenciales y, bien plantada, empezó a florecer.
Luego, las viviendas se hicieron sólidas y fueron llegando los servicios urbanos, incluidos educación y salud. En ambas dimensiones, VES dio muestras de su organización. Fue ascendido a distrito y tomó un rostro productivo gracias al Parque Industrial, que fue sacado adelante gracias al empuje del varias veces alcalde Michel Azcueta.
Villa El Salvador se ha dado maña para generar a una heroína del movimiento popular. María Elena Moyano fue asesinada por Sendero Luminoso, simbolizando el martirologio de las dirigencias sociales atrapadas entre dos fuegos durante la guerra interna. Villa El Salvador había sido la joya de la izquierda de aquellos días, la vitrina de su propuesta. Su transformación actual en un distrito idéntico a los demás, coincide con el declive de la opción política de sus forjadores.
Por su parte, el gobierno militar no había permitido invasiones. En el período anterior, el primero del arquitecto Fernando Belaunde, el Ejecutivo había tenido mano blanda y las invasiones fueron pan de todos los días. Pero, Velasco las había prohibido con severidad. Por ello, se había acumulado una gran presión humana en los barrios populares. Muchas familias recibían paisanos que venían de la provincia a la capital. Cada cierto tiempo, esos recién llegados se trasladaban a una nueva barriada para obtener techo propio. Pero, la prohibición de Velasco había evitado ese desfogue; por lo tanto en Pamplona sucedió un estallido en regla y fue como una olla de presión que revienta.
Miles fueron llegando y el gobierno vaciló. En pocos días debía inaugurarse una asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo y Velasco quería poner la mejor de sus caras para romper el aislamiento financiero. Pero, el ministro del Interior decidió actuar. Era el general Armando Artola, quien se caracterizaba por su conducta populista y sus métodos demagógicos; solía repartir panetones y regalos para despertar simpatías.
Artola reprimió y la población supo resistir. A consecuencia de la refriega hubo un muerto y numerosos heridos. A continuación, el entonces obispo de los PPJJ, monseñor Luis Bambarén, se presentó en el lugar de los hechos y realizó una misa que fue seguida con fervor por la población. Artola perdió los papeles y apresó al obispo. Pero, Velasco lo desautorizó.
Estando frente a los banqueros internacionales, el presidente entendió que no podía dar una imagen de dureza, porque quería recibir flexibilidad. Además, Velasco aprovechó para deshacerse de Artola, que lo incomodaba con sus ademanes y pretensiones; se amistó con el obispo, dándole satisfacciones y pidiéndole consejo sobre qué hacer con la invasión.
Velasco trasladó a los invasores al terreno donde actualmente se halla Villa El Salvador; prometiendo construir una ciudad modelo para los más pobres de la urbe. El presidente necesitaba un plan y acudió al Ministerio de Fomento, que pronto se transformaría en de Vivienda. Ahí el encargo presidencial fue transmitido al entonces joven arquitecto Miguel Romero. Trabajando contra el tiempo, ideó un módulo que logró direccionar la marea humana.
Romero creó el Grupo Residencial, un grupo de 12 manzanas de 24 lotes cada una; distribuidas de tal forma que cuentan con un espacio libre para desarrollar áreas comunes. Ese módulo fue fundamental. Preveía la combinación entre dos formas de propiedad: la familiar del lote y la colectiva a través de los Grupos Residenciales. Esa sinergia alentó un gran esfuerzo común. No había ni viviendas ni instalaciones urbanas, los invasores partieron de cero y porque no tenían nada construyeron todo.
Poco después se formó la Comunidad Urbana Autogestionaria, CUAVES. Sus organizadores partieron de los Grupos Residenciales, eligiendo directivas en cada uno de ellos. De este modo, se fusionó la distribución espacial con la organización social. Ahí radicó la fuerza especial de Villa El Salvador. Era una comunidad bien organizada, sus células eran los Grupos Residenciales y, bien plantada, empezó a florecer.
Luego, las viviendas se hicieron sólidas y fueron llegando los servicios urbanos, incluidos educación y salud. En ambas dimensiones, VES dio muestras de su organización. Fue ascendido a distrito y tomó un rostro productivo gracias al Parque Industrial, que fue sacado adelante gracias al empuje del varias veces alcalde Michel Azcueta.
Villa El Salvador se ha dado maña para generar a una heroína del movimiento popular. María Elena Moyano fue asesinada por Sendero Luminoso, simbolizando el martirologio de las dirigencias sociales atrapadas entre dos fuegos durante la guerra interna. Villa El Salvador había sido la joya de la izquierda de aquellos días, la vitrina de su propuesta. Su transformación actual en un distrito idéntico a los demás, coincide con el declive de la opción política de sus forjadores.
1 comentario:
Entendi todiiiiiiiiiiiiiiiiiiitoo !
Lo maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaximo profee!
lo admiroo!
cuando sea grande quiero ser como Usted, pero en femenino =D
Milagros Fonseca I.
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